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Ángel Amed Durón Benítez
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Los agricultores en su trayectoria histórica de generar alimentos han trascendido de campos enverdecidos naturalmente a campos enverdecidos sintéticamente con fertilizantes químicos, en los últimos años. La aplicación de fertilizantes sintéticos, en conjunto con pesticidas y maquinaria, incremento y favoreció abundancia de alimentos. Esta forma de labranza es una canción centenaria en ciertos suelos asiáticos con sociedades que por tener altas densidades poblacionales desarrollaron una agricultura intensiva para generar autosuficiencia alimentaria.
Taiwán tiene una población de 23.3 millones de habitantes, en 35,980 km2. El área de siembra agrícola es de 816,622 hectáreas, 22.5% del territorio. El total de agricultores es de 781,388, quienes poseen en promedio 1 hectárea de tierra. El índice de autosuficiencia en arroz es de 97%, y el de frutas y vegetales de más del 80%. A futuro, es improbable que estos índices cambien; como también lo es desprenderse completamente de insumos y maquinarias agrícolas que aseguran una alta productividad.
Sin embargo, las políticas agrícolas en Taiwán están cambiando respecto al uso de fertilizantes y agroquímicos. Bajo el tema “Agricultura Saludable” el Consejo de Agricultura de Taiwán (equivalente a Ministerio o Secretaría de Agricultura) está buscando incrementar los cultivos bajo inspección sanitaria y el área bajo producción orgánica. Como parte del plan, en los últimos 10 años se ha disminuido el consumo de fertilizantes químicos en un 20%, y pesticidas en un 7%. Asimismo, en el 2011, 5,000 hectáreas fueron acreditadas con sellos orgánicos, lo cual sigue aumentando. Por lo anterior, el uso de fertilizantes orgánicos de origen animal y controles biológicos se ha extendido.
Estas iniciativas dan esperanza de un reencuentro con los campos labrados y enverdecidos naturalmente que suministren alimentos de calidad y respondan a la creciente demanda de la población por productos libres de toxinas. |
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