Las sociedades industrializadas aumentan el consumo de frutas al tornarse más afluentes. La riqueza también acarrea desafíos: reducir desperdicios de alimentos.
Ligeros daños en la cutícula de frutas pueden inducir rechazo de compra o servicio. Sin embargo, si éstas se ofrecen trozadas, al final de la comida, se ayuda a productores, se ofrece mayor diversidad a clientes, y se mejora la imagen del establecimiento.
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